2. Neurociencia y conducta
La NEUROCIENCIA es el estudio del sistema nervioso. El objetivo de la neurociencia es comprender cómo funciona el sistema nervioso para producir y regular emociones, así como su influencia en la conducta y el pensamiento (cognición).
• ¿Qué es el sistema nervioso?
El SISTEMA NERVIOSO está compuesto por el cerebro, la médula espinal y las neuronas. El sistema nervioso transmite señales entre el cerebro y el resto del cuerpo, incluidos los órganos internos. De esta manera, la actividad del sistema nervioso controla la capacidad de moverse, respirar, ver, pensar, etc.
Dentro del sistema nervioso distinguimos:
· El sistema nervioso central está compuesto por el cerebro y la médula espinal.
· El sistema nervioso periférico está compuesto por todos los nervios que se ramifican desde la médula espinal y se extienden a todas las partes del cuerpo.
• ¿Cómo funciona el sistema nervioso?
El cerebro y la médula espinal.
Nuestro cerebro es como un ordenador muy avanzado. Cada parte del cerebro tiene un trabajo específico. Por ejemplo, el cerebelo nos ayuda a mantener el equilibrio y coordinar los movimientos, mientras que el lóbulo frontal está involucrado en el pensamiento, la planificación y la toma de decisiones. Por otro lado, el hipocampo es como nuestro disco duro personal para almacenar recuerdos.
La médula espinal es como un cable de comunicaciones entre el cerebro y el resto del cuerpo. Transmite señales hacia y desde el cerebro y controla los reflejos (como retirar la mano de una superficie caliente o apartarnos si alguien nos quiere pegar).
Las neuronas.
Las neuronas son las células fundamentales del sistema nervioso. Su principal función es la de recibir y procesar la información para luego transmitir dicha información entre sí y con el cerebro a través de señales
eléctricas y químicas, creando una red de información que controla todo, desde parpadear hasta resolver complicadas ecuaciones matemáticas.
El cerebro humano contiene alrededor de 86.000 millones de neuronas de varios tipos:
- Las neuronas sensitivas detectan luz, sonido, olor, sabor, presión y calor y envían mensajes sobre estas cosas al cerebro.
- Las neuronas motoras transmiten mensajes del cerebro a los músculos para generar movimiento.
Por tanto, el sistema nervioso, es como una red de carreteras, lleva mensajes del cerebro a diferentes partes del cuerpo y viceversa. Gracias a las neuronas, hay una comunicación constante entre el cerebro y el resto del cuerpo. Esto nos permite reaccionar rápidamente a nuestro entorno. Por ejemplo, si de repente sentimos frío, esto será detectado por las neuronas sensitivas que mandarán el mensaje a la médula espinal y desde allí al cerebro. El cerebro procesa la información para generar una respuesta, como buscar un sitio caliente, subir la temperatura o abrigarse.
En otras ocasiones las acciones son más reflejas y reaccionamos incluso antes de que la información llegue al cerebro. Eso es así porque la médula espinal toma el control de manera más rápida. Si tocamos una superficie caliente, las neuronas sensitivas mandará la información del posible dolor a la médula espinal, que actúa dando una respuesta refleja antes de que el cerebro procese la información y dará el mensaje de retirar la mano de la superficie caliente. Una vez que las señales llegan al cerebro, este termina de procesar la información y puede tomar decisiones adicionales, como cuidar la mano lesionada.
• Cerebro y conducta ¿por qué hacemos lo que hacemos?
Uno de los desafíos de la neurociencia, es entender cómo nuestro cerebro influye en nuestra conducta. ¿Alguna vez te has preguntado por qué actúas de cierta manera o qué te motiva a hacer lo que haces? o ¿por qué ciertas canciones te ponen la piel de gallina? Bueno, la respuesta está en ese pequeño órgano que apenas pesa 1,4 kilogramos: el cerebro, que influye en nuestro comportamiento de diversas formas:
La química del cerebro.
Era el verano de 2003 y me encontraba tomando unas coca colas con unos amigos. Recuerdo que uno de ellos nos dijo que había invitado a varias amigas. Entonces apareció María, como cuando la chica protagonista aparece a cámara lenta en una película. Mi corazón se empezó a acelerar, al hablar con ella empecé a sentir euforia y felicidad, mezclada con una cierta sensación de calma. Días más tarde ella me confesó que había sentido lo mismo. ¿Qué había pasado? Supongo que has oído la frase “tener química con otra persona”. No puede ser más cierto. Nuestro cerebro es pura química.
Nuestro comportamiento es el resultado de la actividad de diversas sustancias químicas del cerebro: los neurotransmisores y las hormonas.
Los neurotransmisores son sustancias químicas que permiten la comunicación entre las neuronas a lo largo de todo el sistema nervioso central y el periférico.
Empezar una relación amorosa con una persona que te gusta, sacar una buena nota en un examen, o disfrutar de tu comida favorita, te hace sentir muy bien. Pero ¿por qué? Se debe a un neurotransmisor, la dopamina, que se encarga de que tengas esa sensación de placer, y que te mantengas motivado por seguir haciendo estas actividades.
Esto explica por qué rendimos mejor cuando algo nos motiva o nos apasiona, nuestro cerebro libera neurotransmisores que nos hacen sentir bien, impulsándonos a perseguir esos intereses o pasiones. Es el poder la motivación y el deseo.
Las hormonas son sustancias químicas producidos por una célula, con el fin de ejercer efectos fisiológicos sobre otras células del organismo.
Por ejemplo, si estamos ante una situación de estrés o de peligro, nuestro cuerpo puede liberar una hormona como la adrenalina, que provoca que se experimenten varios efectos fisiológicos, incluyendo aumento del ritmo cardíaco, dilatación de las vías respiratorias, aumento de la presión arterial y mayor alerta mental. Estos cambios preparan al cuerpo para responder de manera rápida y efectiva, pudiendo provocar un aumento temporal en la fuerza y rendimiento físico, lo que es útil en situaciones de emergencia o de alto rendimiento físico.
Durante la adolescencia, experimentamos grandes cambios hormonales que contribuyen a los altibajos emocionales. Momentos en los que podemos sentir euforia y otros momentos más deprimidos. Hay cosas difíciles de controlar. Somos química.
Como vemos nuestro cerebro también tiene su propio conjunto de "drogas". Por ejemplo, hay gente que dice que está “enganchado” a alguna actividad como correr. Esto es porque se libera dopamina, que hace que nos sintamos bien y queramos repetir la actividad. Hay gente que dice ser “adicta” a deportes extremos. Esto es porque ante estas situaciones de peligro se libera adrenalina. En estos casos, las personas son “adictas” a la sensación que le provoca la dopamina o la adrenalina.
El aprendizaje del cerebro.
Una parte importante de nuestro comportamiento se explica debido a que aprendemos de experiencias pasadas. Esto puede ser algo tan simple como aprender a no tocar una sartén caliente después de quemarnos una vez, o algo más complejo como aprender a comportarnos en público. Nuestro cerebro constantemente ajusta y refina nuestro comportamiento basándose en lo que aprende.
La primera vez que fui a un restaurante KFC me pedí un cubo entero de pollo frito. Pero no uno pequeño, uno de esos que se supone que es para la familia entera.
Me lo tomé entero sin dejar ni las migajas. Obviamente, me pasé toda la noche vomitando. Desde entonces, cuando voy a este tipo de restaurantes me pido un menú como una persona normal. Digamos que mi cerebro necesitaba aprender la lección.
Influencia de las emociones.
Las emociones son reguladas por estructuras cerebrales como la amígdala y el sistema límbico, y tienen un impacto significativo en nuestra conducta. Las emociones pueden impulsarnos a actuar de ciertas maneras, a veces incluso de formas que parecen ir en contra de nuestro razonamiento lógico.
En ocasiones, las experiencias negativas nos pueden provocar miedo o ansiedad e impulsar a tener ciertos comportamientos para protegeros. Sin embargo, a través de experiencias positivas en contextos similares, tu cerebro puede aprender gradualmente a disminuir esta respuesta de miedo. Es por ello que se dice que “hay que enfrentarse a los miedos”, porque debemos eliminar o sustituir esas emociones negativas.
Por ejemplo, mi amigo Juan tuvo un gran desamor con su novia toda la vida. Después de una traumática ruptura, no quiso tener pareja durante años para protegerse del dolor. La simple posibilidad de pensar en una relación le recordaba la tristeza de dicha ruptura. Sin embargo, con el tiempo y algunas pequeñas experiencias positivas, las emociones negativas desaparecieron y volvió a abrirse a los demás.
Factores genéticos y ambientales.
Nuestro comportamiento también es el resultado de la interacción entre nuestra genética y nuestro ambiente.
- Los genes pueden predisponernos a ciertos comportamientos, a tener ciertos rasgos como ser más o menos extrovertido o incluso a ciertas enfermedades como la depresión.
- Las experiencias y el entorno en el que crecemos también juegan un papel importante en cómo actuamos. Si crecemos rodeados de un ambiente con gran exposición al deporte, es más probable que veamos el deporte como una parte importante de nuestra vida.
En definitiva, nuestra conducta viene determinada por sustancias químicas de nuestro cerebro, nuestras experiencias pasadas, la influencia de las emociones y factores genéticos y ambientales.