2. ¿Qué es la empatía y cómo mejorarla?
Vas al oculista y le explicas que empiezas a tener problemas de visión y crees que necesitas gafas. El oculista después de escucharte se saca del bolsillo unas gafas y te las da.
- Ponte estas – te dice - Yo he usado este par de gafas durante diez años y son perfectas. Cuando te las pones ves fatal.
- ¡Esto es terrible! ¡No veo nada! Le dices el oculista.
- ¿Por qué no te sirven? A mí me han dado un resultado excelente. Debes esforzarte más.
- Me estoy esforzando, pero lo veo todo borroso – le insistes.
- Eres un desagradecido, te dice el oculista - ¡Yo lo único que quería era ayudarte!
El primer paso para desarrollar el resto de habilidades sociales es la empatía. Sin empatía una persona no comprende a los demás y no puede desarrollar buenas relaciones ni comunicarse de manera efectiva.
La EMPATÍA es la capacidad que tiene una persona para ponerse en el lugar de otra. Es decir, ser capaz de entender la situación y los sentimientos que está viviendo otra persona, lo cual implica ponerse en su piel, sentir de verdad lo que el otro está experimentando, sobre todo, cuando está pasando por un mal momento.
No hay que estar de acuerdo con el otro en su forma de comportarse o en la manera en la que analiza una situación, simplemente se trata de entender a las otras personas.
Así, podemos diferenciar dos niveles de empatía.
EMPATÍA LIMITADA. Es aquella en la que tratamos de entender a la otra persona pensando en momentos en los que nosotros podemos sentirnos igual. Juan está muy enfadado porque ayer quedamos los de la clase y no le avisamos; yo le entiendo, porque a mí me pasó una vez y también estuve muy molesto.
EMPATÍA EN SENTIDO AMPLIO. Es aquella en la que intentamos entender cómo se siente o actúa la otra persona, incluso si a nosotros nunca hemos pasado lo mismo o si habiendo pasado, hemos actuado de manera muy diferente. A mí nunca me ha pasado que no me avisen de quedar, pero entiendo que, si me pasara como a Juan, yo estaría molesto. O tal vez, me pasó que no me avisaron una vez y yo no me molesté, pero aún así, entiendo que Juan es distinto y que puede tener sus propios motivos para estar molesto. Tal vez si sigo indagando puedo descubrir qué motivos pueden hacer que Juan esté muy molesto.
El objetivo es desarrollar la empatía en sentido amplio.
• ¿Cómo mejorar la empatía?
1. Practicar la escucha activa
La ESCUCHA ACTIVA se refiere a escuchar a las otras personas de manera plena, poniendo los cinco sentidos en lo que nos están diciendo. No es solo escuchar con atención, sino también tratando de comprender a la otra persona y reflejándole que estamos atentos a los que nos tienen que decir.
Algunos consejos para mejorar nuestra escucha activan son:
- Concéntrate de manera plena en lo que dice la otra persona. A veces nos están hablando y estamos atentos a cosas que pasan a nuestro alrededor, como quién pasa por la calle, cómo va el partido de fútbol o qué está diciendo otra persona de al lado (son distracciones externas). Otras veces estamos centrados en nuestras propias preocupaciones, como el examen de mañana, lo que me dijeron mis padres etc. (son distracciones internas). Requiere esfuerzo, pero hay prestar atención con los 5 sentidos.
- Escucha con interés y refleja a la otra persona que le estás escuchando de manera activa. Dicen que la mujer del César no solo tiene que ser honrada, sino tiene que parecerlo. Lo mismo pasa con la escucha activa, no solo tienes que escuchar de manera activa, sino que la otra persona tiene que percibir que lo haces. Para ello son importantes tanto las señales verbales como las no verbales.
A) Señales verbales. Podemos mostrar que estamos escuchando de manera activa a través de algunas palabras de refuerzo (“lo hiciste bien” “entiendo que debe ser duro”), verificando que hemos entendido lo que nos han dicho (“¿entonces te sientes mal por qué no te llaman?”) o haciendo algunas preguntas (“¿crees que es posible que no se hayan dado cuenta?).
B) Señales no verbales. No solo podemos demostrar la escucha activa con palabras. Es importante mantener el contacto visual, tener una buena postura corporal, reflejar con nuestra cara emociones sobre lo que nos están contando (poner cara de tristeza, de asco etc.),
- No interrumpas. La mayoría de las personas no escuchan con la intención de entender, sino para poder responder. Interrumpen continuamente o simplemente están esperando para poder hablar.Fruto de eso, realmente no están haciendo una escucha activa ni ningún esfuerzo por entender a la otra persona.
Para ello, es clave respetar sus tiempos, no meter prisas, no interrumpir. Permitir que quien habla se sienta no solo en la libertad de decir lo que quiere decir, sino también que lo haga de la manera en que lo desee, como más cómodo se sienta.
“No escuches para responder, escucha para entender”
- No te centres en tus propias experiencias sino en la de la otra persona. La mayoría simplemente están esperando para contar sus propias experiencias y hacer recomendaciones en base a ellas (es decir les recomiendan sus propias gafas). “Mira Juan, a mí me pasó una vez eso y te voy a decir lo que yo hice”
Tal vez si escuchamos a Juan, nos diga que a veces se siente desplazado, y que cuando la gente de la clase no le avisa, se siente solo y sin amigos. Así, empiezas a meterte en su piel. Tú sientes que tienes muchos amigos, y si una vez no te avisan no le das importancia. Pero sentirse sin amigos como Juan debe ser muy duro, y ahora empiezas a comprender cómo se siente.
En la escucha empática, uno escucha con los oídos, pero también (y esto es más importante) con los ojos, con la mente y con el corazón. Se escuchan los sentimientos y los significados de las palabras, de los gestos. Se trata de comprender todo lo que nos quiere transmitir la otra persona.
2. No juzgues a los demás, trata de comprender.
Un día, una alumna llegó muy tarde a clase a primera hora y entró sin pedir permiso. Cuando llegó a su asiento, tiró la mochila a la mesa y cerró la ventana que tenía al lado con gran fuerza. Recuerdo que le eché una gran bronca, no solo había llegado tarde y entrado sin permiso, sino que, además estaba montando un numerito en clase. Ante la bronca, ella contestó de muy malas maneras y yo la expulsé de clase. En mi mente, solo pensaba que esta chica era una maleducada y que tenía una falta de consideración por todos sus compañeros y su profesor. Al acabar la clase tenía pensado ir a hablar con ella y decirle cuatro cosas, pero justo una compañera se me acercó. – Javi, discúlpala, pero es que se ha enterado mientras desayunaba en casa que su madre tiene un cáncer terminal. Recuerdo que se me calló el mundo al suelo. La chica había venido directa después de saber la noticia y esta era la manera que tenía de responder. Ya no me parecía maleducada ni desconsiderada.
Muchas veces juzgamos a los demás sin ni siquiera saber por lo que están pasando. Antes de juzgar lo mal que lo hacen las cosas otras personas, debemos intentar comprender por qué pueden tener esos comportamientos. Puede ser que el hermano mayor de Juan nunca quiere jugar con él y cuando los amigos de clase no le avisan, eso le hace sentir abandonado.
Hay que entender que las circunstancias de otras personas son muy diferentes a las nuestras y que por ese motivo sus comportamientos también pueden serlo.
La próxima vez que vayamos a juzgar el comportamiento de alguien, mejor intentemos comprender todas las circunstancias por las que esa persona ha pasado y que influyen en su comportamiento.
Si el mismo Dios no tiene pensado juzgar a la humanidad hasta el final de los días, ¿quiénes somos tú y yo para hacerlo antes?
3. Respeta las decisiones de los demás.
Quizás no estés de acuerdo con las decisiones de otras personas, pero tienes que tratar de tomar distancia y entenderlas, aunque tú no hubieses actuado de la misma manera. Las personas empáticas respetan las decisiones de los demás, aunque ellos no hubiesen tomado esas mismas decisiones.
4. Interésate por los demás.
Una persona empática se interesa por otras personas. Podemos preguntarle a nuestros compañeros o amigos qué tal le ha ido el fin de semana, como le va en ese equipo en el que juega, o si está contento con las notas que están sacando.
Si te muestras cercano y con interés en lo que te dicen, las personas se sentirán en confianza para abrirse y contarte lo que les pasa.
5. Observa la comunicación no verbal.
Aunque parezca increíble, la mayoría de lo que decimos no sale nuestra boca. Para ser empáticos tenemos que fijarnos tanto en el lenguaje verbal como en el no verbal. Atiende a gestos, miradas y tonos de la voz, etc.
Al entrar en clase noté como una de mis alumnas le decía a otra «Ya no pienso en él, eso es algo que ha dejado de preocuparme.». Pero al mismo tiempo, no pude evitar percibir que sus ojos estaban húmedos y su voz se quebraba al hablar de él. Sus palabras decían que lo había olvidado, pero sus ojos y su tono de voz decían lo contrario. «Estaré aquí para lo que necesites.» - le decía su amiga, demostrando que había sabido leer la comunicación no verbal.
¿Por qué es importante la empatía?
Ayuda a sentirte mejor contigo mismo, ayuda en la resolución de problemas, desarrolla las habilidades sociales, ayuda a tener respeto por el resto de personas, ayuda a conectar mejor con otras personas, sube la autoestima propia, nos hace ser respetables, ayuda a ser justos, ayuda a no juzgar a otros, fomenta el desarrollo emocional, contribuye a la inteligencia emocional, liderazgo, motivación etc.
Una vez que tenemos empatía, estamos listos para mejorar las relaciones interpersonales