ACTIVIDAD 18. LECTURA. JAPÓN: LA GENERACIÓN DE LA DEFLACIÓN
En primer lugar, vamos a ver el siguiente vídeo
Los jóvenes que cumplen 20 años en 2016 han vivido toda su
vida en un entorno económico de caída de los precios al consumo.
Con el magnífico santuario Meiji Jingu detrás, el sol
reflejado en los brocados de los kimonos y su ceremonia de mayoría de edad a
punto de comenzar en el distrito de Shibuya en Tokio, siete amigos japoneses
mantienen una reunión urgente, teléfono móvil en mano.
Uno de ellos grita victorioso: si llegan al restaurante
antes de las 3 de la tarde con los cupones, ahorrarán en conjunto 1.220 yenes
(unos 8,7 euros) en la factura de la fiesta posterior a la ceremonia.
Una persona del grupo explica que ya se pueden relajar
porque se han ahorrado dinero. Esta generación de veinteañeros que celebra su
mayoría de edad es la primera que ha vivido toda su vida con una economía en
deflación. Son menos ambiciosos. Confían con cautela. Ven el futuro como una
cadena de emergencias de gasto.
"Nuestros padres tuvieron la burbuja [de los 80],
nosotros tenemos deflación. Ellos se volvieron locos. Nosotros somos
prácticos", explica Ayako Imaeda, una estudiante de Tokio. "Ambas
generaciones han sufrido un profundo cambio en su forma de pensar a
consecuencia de la economía".
Sea cual sea la importancia social de la ceremonia, se ha
visto minada por dos décadas de subidas salariales mínimas, menor seguridad en
el trabajo y un bajo consumo, según explica Hiroshi Ishida, un profesor de la
Universidad de Tokio.
Los factores económicos han eliminado los incentivos para
que los jóvenes abandonen el hogar, compren coches, se casen, tengan hijos,
asuman riesgos y crezcan en general, apunta.
Esto también sucede en cierta medida en otras partes del
mundo desarrollado. En Japón, no obstante, el fenómeno es especialmente malo
para las reformas a favor del crecimiento, conocidas como
"Abenomics", y para el sueño de los líderes japoneses de preparar a
la nación para una era de emprendimiento, innovación e inversión en Bolsa.
Fenómeno para toda la vida
La mayoría de edad se celebra el segundo lunes de enero y
provoca una reflexión nacional y ansiedad demográfica. El seijin shiki es una
celebración para los jóvenes japoneses que, en los 12 últimos meses, han
cumplido 20 años -la edad a la que pueden votar, fumar y beber. Debido a la
caída de los índices de natalidad, cada año son menos, y tienen que apoyar a
una población mayor que nunca de jubilados.
La generación de este año es la primera que ha vivido toda
su vida en un entorno económico de caída de los precios al consumo. Sus vidas
se han visto tan afectadas por el fenómeno, que varios aseguran que la
deflación ha evolucionado en una fuente de aprensión que limita la ambición.
Los datos de noviembre muestran un aumento interanual de los
precios del 0,3%, el Banco de Japón sigue centrándose en una inflación del 2%,
y el primer ministro Shinzo Abe declara que Japón ya "no está en un
periodo deflacionario". Pero los jóvenes no están convencidos.
Los precios empezaron a caer en Japón por la época en la que
nacieron los jóvenes que cumplen 20 años en 2016, y los intentos infructuosos
para sacar a Japón de la deflación se han grabado en su psique, según los
académicos. El fenómeno no sólo ha dañado su fe en la capacidad de la economía
para generar riqueza, sino que esta generación es muy consciente de que sus
líderes no son omniscientes ni todopoderosos.
"Mis padres creían que el Gobierno mejoraría sus vidas
y que se enriquecerían. La lección que hemos aprendido es que tenemos que
ahorrar todo lo que podamos y asumir los menos riesgos posibles", explica
Yusuke Hamada, otro asistente a la ceremonia.
El crimen más claro de la deflación ha sido el de exprimir
los beneficios de las compañías. Aparte de contener los salarios se la culpa,
al menos en parte, de la desintegración constante de la cultura del trabajo
como medio de la vida.
Las caídas de precios dieron a los funcionarios y a aquellos
con trabajos estables en grandes empresas la sensación de un creciente enriquecimiento,
pero para todos los demás -el 99% de las compañías japonesas son pequeñas y
medianas- ha producido una sensación de inseguridad desmoralizante.
"La deflación ha privado a Japón de su capacidad de
pensar. La generación que cumple los 20 no sueña a lo grande, sino que busca
pequeños momentos de felicidad en su situación actual. No ahorran para algo
grande, sino como seguro", explica Takuro Morinaga, autor de guías para
una vida frugal.
Yen a yen
La generación de la deflación se incorporará pronto al
mercado laboral de Japón, y su expectativa de subidas salariales es modesta
pese a la situación del mercado laboral. De entre las casi dos docenas de
estudiantes y trabajadores entrevistados, a ninguno le parecía inusual la idea
de los tipos de interés cero; pocos concebían disfrutar de una vida más
acomodada que sus padres, apenas ninguno contemplaba la compra de acciones y
sólo uno dijo que estudiaría crear su propia empresa.
Hay coincidencias sorprendentes en su actitud. Se les pidió
a todos los entrevistados, que en su mayoría trabajaban a jornada completa o
media jornada y ganaban unos 1.000 yenes la hora, que escogiesen entre dos
rutas de tren con el mismo destino. Un trayecto costaba 200 yenes y el otro 170
pero tardaba 15 minutos más en llegar.
Todos los veinteañeros, a excepción de uno, escogieron la
opción más barata.
Machiko Osawa, una experta en economía laboral de la
Universidad Femenina de Japón, explica que el impulso de Imaeda y otros jóvenes
a optar por los pequeños ahorros es la culminación de años de daños
psicológicos. Uno de los efectos a largo plazo de la deflación, señala, ha sido
el aumento del empleo no estable y el desplome de las expectativas de conseguir
garantías de seguridad de algún tipo. Los ahorros forman parte del mecanismo de
defensa.
"La deflación vive en nuestras mentes y se ha
convertido en algo normal. Hay muchos efectos: de muchos de ellos no nos damos
cuenta y hay otros muchos que no podemos discernir si son buenos o malos",
comenta Teru Kohara, una estudiante de Yokohama. "[Pero] estoy segura de
que si me dieses 100.000 yenes ahora mismo, ahorraría el 99%".
La Profa. Osawa señala que a consecuencia de ello, los
jóvenes no están asumiendo suficientes riesgos. "Nuestra generación
aprendió la lección de que si se asume un riesgo, siempre se puede volver a una
posición de seguridad", explica. "No es tan fácil para los japoneses
de 20 años. No existe un mercado real de contrataciones para gente que ha
alcanzado la mitad de su vida profesional, así que sabes que si dejas un trabajo,
el segundo no va a ser tan bueno como el primero...En una sociedad, la
generación joven debería asumir riesgos y ser innovadora. En Japón
sencillamente tienen miedo".
La seguridad es lo primero
Para Eiju Obata y Akira Niki, dos estudiantes de Yokohama y
Tokyo que en ninguno de los casos planean dejar la casa de sus padres, la
seguridad tiene prioridad sobre la riqueza. La economía de Japón ha hecho que
sus ambiciones se limiten a mantener la calidad de vida que poseen.
"Nuestros padres lo tuvieron mucho más fácil",
asegura Obata. "Mi madre consiguió un trabajo en Mitsubishi después de
graduarse en la escuela de Arte. Eso sería imposible ahora. La gente ganaba más
dinero entonces; consumían más, compraban más cosas.
De acuerdo con la Profa. Osawa, la caída constante de los
precios implica que han sido pocas las ocasiones durante los años de formación
de estudiantes como Imaeda, Obata y Niki en las que no han estado expuestas a
noticias económicas negativas.
Varios de los graduados de Shibuya confirman que la euforia
en torno al Abenomics ha sido más prolongada que otras fases de recuperación.
Pero ninguno fue capaz de mencionar una reforma monetaria, fiscal o estructural
específica de los tres últimos años que tuviese un beneficio directo sobre
ellos.
Pese a las dudas, Abe y el Banco de Japón parecen haber
conseguido una oportunidad para convencer a la generación de la deflación de
que emerja de su búnker, y de que confíe en la subida de los precios y en una
vuelta a la normalidad que nunca han convencido.
Puede que a los jóvenes de 20 años entrevistados no les
guste la idea de crear una empresa, pero Japón está viviendo una oleada de
nuevos negocios. Según los datos de Tokyo Shoko Research, entre 2010 y 2014, el
número de empresas creadas aumentó de 99.780 a un total de 119.552.
El Prof. Ishida sugiere que algunos jóvenes pueden estar
dejando a un lado el miedo a que la economía les desampare. En los últimos ocho
años, ha seguido el comportamiento de 4.800 personas de entre 20 y 40 años.
El número de los que decían que "no tenían
esperanzas" en la sociedad se ha mantenido por encima del 50% desde 2008.
En 2013, el primer año completo con el Abenomics en vigor, esa cifra ha caído
al 41%.
No obstante, la ansiedad persiste.
RESPONDE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS
1. ¿Qué es la deflación?
2. ¿Por qué tiene efectos negativos?
3. ¿Por qué crees que dice el artículo que "Los factores económicos han eliminado los incentivos para que los jóvenes abandonen el hogar, compren coches, se casen, tengan hijos, asuman riesgos y crezcan en general"?
4. ¿Cuáles crees que son los motivos de que los jóvenes piensen "Mis padres creían que el Gobierno mejoraría sus vidas y que se enriquecerían. La lección que hemos aprendido es que tenemos que ahorrar todo lo que podamos y asumir los menos riesgos posibles"?
5 ¿Por qué los funcionarios y trabajadores de grandes empresas son los más beneficiados?
6. ¿Por qué el gobierno trata de convencer a los japoneses de que los precios subirán?