El sistema educativo y Chiquito de la Calzada
Con el fallecimiento de Chiquito de la Calzada este fin de
semana, España se rendía a pagar tributo a este genio de la comedia española. Para
mis compañeros de instituto y un servidor, ha sido todavía más especial si
cabe, ya que Chiquito vivía en frente del instituto y podíamos disfrutar cada día de él durante
los desayunos. De todos estos pequeños homenajes, uno que me resulto
especialmente atractivo fue el siguiente del Diario Sur. El autor viene a
admirar como Chiquito cambió para siempre la manera en la que mirábamos los
chistes, donde lo menos importante era el final, y lo que de verdad nos hacía
disfrutar era todo el camino, que nunca queríamos que terminase.
A veces me pregunto si el sistema educativo debería aprender
más de Chiquito. Nos centramos sólo en el final de todo el proceso de
enseñanza-aprendizaje, las notas, y nos olvidamos de lo verdaderamente
importante, el proceso en sí, aprender.
Las quejas de los profesores son continuas, “el alumno no
sabe pensar” “memorizan y expulsan contenidos como borregos” “no interpretan
los resultados. El alumno sabe desde pronto, siendo un niño, que pensar no es
lo que le que más le va a valer a corto plazo. Cuando hace un examen, en casa
solo le preguntan “¿qué nota has sacado?”, nadie le dice “¿Cuánto has
aprendido?”. De manera que desde muy pronto se asimila que “las notas es lo
único que cuenta”.
El problema es cuando los profesores no incentivamos el
proceso de aprendizaje y sí las notas. A los alumnos se les tiene en la mayoría
de casos casi toda la hora escuchando al profesor dar clases magistrales. Se
les mandan actividades que luego se corrigen diciendo “esta es la respuesta
correcta”. Se les pone exámenes con
preguntas muy claras que vienen en los libros y en donde esperamos que nos den
las respuestas que queremos oír.
Peor es todavía cuando queremos evaluarlos de todos los
contenidos vistos en el último mes y medio a través de un examen de una hora.
Examen que le cae rodeado de otros 8 en dos semanas. El alumno, en un uso eficiente del tiempo, entiende que lo más
rentable para él es seleccionar unos cuantos contenidos el día de antes del
examen, que cree que son más importantes, y esperar que le pregunten al menos
la mitad de ellos. Y lo peor es que les vale.
Con este sistema reconocen la mayoría de los alumnos haber
pasado curso tras curso. Y luego nosotros, que les pedimos que nos vomiten
contenidos de un mes y medio en sólo una hora, nos quejamos de que precisamente
sólo vomitan contenidos. Es como si a Chiquito le dijéramos que nos cuente su
repertorio de chistes en 2 minutos, y luego le decimos que ya no es tan gracioso. Incongruente.
Cuando el alumno se sale de la norma y busca ser más
creativo en las respuestas, se equivoca con más frecuencia (sobre todo al
principio). Se les suele penalizar en los exámenes porque no ha llegado al
resultado correcto o a la respuesta que nosotros queremos, y en casa llegan más reprimendas.
Ante esa situación la mayoría de los alumnos se les viene el
mundo encima cuando les planteo que en economía hay una parte muy importante
en dónde no hay una sola respuesta correcta y que lo importante es si está bien
argumentada o no. Lo primero que me suelen decir es: “Javi, a nosotros dinos
que tenemos que escribir a, b o c, y nosotros escribiremos a, b o c”. Es lo que
llevamos haciendo 10 años”
Desde hace años estaba teniendo problemas para conseguir que
mis alumnos pensaran de verdad y que se olvidaran de las notas para focalizarse
en el aprendizaje. La clave me la dio mi sobrino Alex hace año y medio cuando
estaba en 5º de primaria. Era Navidad, y yo estaba viendo la tele y Alex me
dijo que tenía un ejercicio muy difícil de resolver. El ejercicio la verdad que
implicaba razonamientos matemáticos relativamente complejos, por lo que yo
sabía que era muy complicado que lo resolviera.
La conversación fue así.
Javi: “Vale, pues haz el ejercicio y ahora miro el resultado
y te digo si está bien”
Alex: “Pero te tengo que explicar cómo lo hago, es muy
difícil”
Javi: “Bueno, cuando vea el resultado sabré si está bien o
mal”
Alex: “Pero el proceso es mucho más importante que el
resultado, te lo tengo que explicar, no vale con que lo mires. De hecho, si el
resultado es correcto pero no lo explicamos bien, el profesor nos manda repetir”
Javi. “¿Y si el proceso es bueno y tienes algún error que no
lleva al resultado perfecto?
Alex: “Entonces no hay que repetirlo. Te he dicho que lo más
importante es el proceso”
Le pregunté a mi hermana y me dijo que las notas de Alex en
matemáticas estaban siendo más bajas que otros años, a pesar de que ella veía
que su nivel era de una edad muy superior. Resulta que el profesor de Alex era
un genio y que durante muchos años que le dio clase le estuvo poniendo notas
relativamente malas castigando no enfocarse en el razonamiento. "el resultado es lo menos importante" Al acabar
primaria, Alex era el mejor alumno de matemáticas del colegio. Sacó un
10.
Si chiquito de la Calzada hubiera sido profesor se habría
parecido mucho al profesor de Alex. Hay una anécdota que lo representa como
persona. Cada mañana lo veíamos paseando
delante nuestro cuando desayunábamos. Podía tardar 50 minutos en andar poco más
de 100 metros, ya que se paraba a hablar con todo el mundo. Les llamaba guapas
a todas las mujeres y caballeros a todos los hombres. Siempre con una sonrisa
en la boca, disfrutando cada paso que daba. “¿A dónde vas hoy Chiquito?- A
ninguna parte, que tengáis un buen día”
Es lo curioso de enfocarse en el camino y no sólo en la
estación de llegada. Aquellos que buscan aprender por encima de todo y dejan
las notas en su segundo plano, acaban obteniendo mejores calificaciones que
aquellos que sólo se centran en ellas. Como con Chiquito, aquellos que sólo
esperan el final del chiste, se reirán mucho menos que los que disfrutaron el
proceso.
Desde que hablé con Alex mi metodología cambió por completo.
Desde entonces he reducido las preguntas que tienen una respuesta clara que los
alumnos pueden encontrar en un libro. Ahora me enfoco en cuestiones como debatir
ideas con compañeros, dónde lo importante no es qué digo, sino qué argumentos
uso. Lanzo muchas cuestiones qué no están los libros sino que implican una
búsqueda y un razonamiento y en dónde lo que valoro no es la solución sino la
manera en la que han llegado a ella.
Desde este año. los alumnos tienen claro que en mi materia de
Economía tienen que resolver problemas reales y que sí lo defienden de una
manera correcta, cualquier respuesta es buena, incluso cuando yo no estoy 100% de acuerdo. Se han acabado los exámenes de vomitar contenidos. Les doy un PORFOLIO DE ACTIVIDADES, dónde tienen que explicar vídeos, noticias de actualidad y analizar casos reales en la mayoría de ocasiones. En caso de que las explicaciones
no estén bien razonadas el alumno debe repetirlo, aunque las respuestas sean
correctas. ¿Y si se vuelve a equivocar? Lo tiene que repetir otra vez.
Ahora el alumno está más despreocupado por las notas, porque
sabe que si se no preocupa por entenderlo bien, tendrá que repetirlo, pero que si razona, con fundamento, hay muchas respuestas válidas. Muchos me
preguntan si este sistema no implica corregir mucho más que antes. Y la
respuesta es que sí, evalúo mucho más que antes, pero mis alumnos buscan y dan
respuestas mucho más creativas, lo que ha multiplicado los aprobados.
Las clases son mucho más amenas porque ellos traen preguntas
de casa de todo aquello que han buscado para resolver problemas. Yo me dedico a
explicar lo básico, ellos se reúnen, trabajan en equipo, me preguntan dudas y
siguen buscando en casa. Al día siguiente más de lo mismo.
Los alumnos me dicen que economía es su materia favorita (y
sólo unos pocos es por hacer la pelota jeje), no porque es en la que más notas saquen, sino porque es en la
que más están aprendiendo. Quiero pensar que es como el paseo de chiquito, que
no van a ninguna parte, y simplemente están disfrutando del proceso. Lo que todavía no saben, es que de esta manera acabarán sacando mejores notas, pero
sobre todo, aprendiendo más que nunca.
Es curioso lo que pasa con los alumnos. Algunos no se pueden
permitir ponerse a aprender… porque tienen aprobar.
Es una pena que Chiquito no fuera profesor… por la gloria de su madre.