4.b SEGUNDO PRINCIPIO. Usar los recursos de manera eficiente aumenta el bienestar social.
Acabamos de explicar el primer principio de interacción entre personas: El intercambio puede mejorar el bienestar social. Pero ¿cómo sabemos si esta interacción la estamos haciendo de la mejor manera posible?
Para eso tenemos el segundo principio de interacción de personas.
SEGUNDO PRINCIPIO. Usar los recursos de manera eficiente aumenta el bienestar social.
Imagina que en tu clase del instituto sois 35 alumnos y el jefe de estudios os coloca en un aula muy pequeña, de manera que algunos ni siquiera tenéis mesa propia. Sin embargo, al lado hay otra aula muy grande que se ha asignado a otro curso donde solo hay 10 alumnos. Un economista diría que se está haciendo un uso ineficiente de los recursos.
Así, un uso más eficiente de los recursos implicaría que podríamos mejorar el bienestar de una o más personas sin empeorar a nadie. En el ejemplo del instituto sería muy fácil conseguir un uso más eficiente de los recursos (las aulas). Bastaría con asignar el aula más grande al grupo de 35 alumnos, que verá incrementado su bienestar, y el aula más pequeña al grupo de 10, que no se verá perjudicado, ya que estarán cómodos igualmente.
¿Debemos siempre buscar la máxima eficiencia posible?
En muchas ocasiones sí, pero no siempre, porque para conseguir el bienestar social lo único importante no es la eficiencia. Como hemos visto, las personas también estamos interesados en la justicia o equidad, y en ocasiones, conseguir una mayor equidad puede hacer que perdamos cierta eficiencia.
Por ejemplo, en muchos centros comerciales los aparcamientos más cercanos a la puerta están reservados para personas con discapacidad que tienen dificultad para andar. Parece justo reservarles estos sitios. En la práctica, vemos como normalmente varios de estos aparcamientos se quedan vacíos, mientras otras personas deben buscar aparcamiento más lejos de la puerta. El reparto de aparcamientos en este caso no es eficiente, ya que se podría mejorar la situación de algunas personas, que podrían aparcar más cerca en esos sitios vacíos, sin empeorar la situación de nadie.
En este caso vemos que hay un conflicto entre equidad y eficiencia. Una mayor equidad, “hacer la vida más justa a los discapacitados reservándoles plazas”, puede llevar a menor eficiencia, “impide que algunas personas mejoren al aprovechar las plazas vacías”.
En la vida hay muchas situaciones parecidas a esta, como cuando cobramos más impuestos a los que más tienen para luego dar becas a los más necesitados. Vemos que la eficiencia disminuye, ya que aquellos que pagan más empeoran su situación. Pero por otro lado la equidad aumenta, ya que se puede conseguir un “reparto más justo” si a aquellos más desfavorecidos se les da la oportunidad de poder estudiar.
Hasta qué punto debe intervenir el Estado para para conseguir una mayor equidad por encima de la eficiencia es un tema complicado que veremos más adelante.
En cualquier caso, debe quedar claro que usar los recursos de manera eficiente, siempre aumentará el bienestar social.
Ahora, la pregunta parece clara, ¿tenemos algún mecanismo que nos ayude a llegar a la eficiencia?. Para eso tenemos el tercer principio: los mercados suelen llevar a la eficiencia