Mi nueva metodología
Este año decidí dar un giro a la manera en la que daba las clases. Siempre he intentado hacer las clases bastante amenas, contando historias que al alumno le resultaran interesantes (a veces era lo que más recordaban) y como normal general, a los alumnos le resultaba interesante el día a día.
Nunca fui muy amigo de mandar muchos deberes para casa, ya que entendía que los alumnos tienen muchas asignaturas, actividades extraescolares etc y solía hacer la mayoría de actividades en clase. El problema venía a la hora de realizar los exámenes, dónde algunos alumnos, a pesar manejarse perfectamente en clase, tenían algunos problemas a la hora "escribir la teoría". Era frustante ver como alumnos que "pasaban" durante gran parte del año se dedicaban a pegarse unos cuantos días de estudio y sacaban más nota que los alumnos anteriores.
En mi último año en Cádiz me di cuenta de las deficiencias de mi sistema de evaluación y calificación cuando le pregunte a dos alumnos de segundo de bachillerato sobre contenidos que habíamos visto el año anterior en 1º. Curiosamente el alumno que había sido muy activo en el día a día, que hacía razonamientos económicos interesantes, sabía perfectamente la respuesta. Por otro lado, la alumna que simplemente había estudiado de memoria para los exámenes no sabía de que le estaba hablando. La tragedia de esta historia es que el primer alumno tenía un 5 y la segunda un 10.
Este sistema tradicional de reproducir contenidos un par de veces por trimestre tiene una serie de deficiencias conocidas por todos: No ayuda a que el alumno reflexione, a que aprenda más por sí mísmo, a que trabaje en equipo, a que desarrolle su inteligencia emocional y otras de las muchas competencias tan denostadas por muchos docentes. En general, estábamos produciendo trabajadores para reproducir tareas simples, más propias del sistema industrial del siglo XIX que de la era del conocimiento del siglo XXI.
Por eso, este año me decidí a diseñar actividades en las que lo más importante no fuera la reproducción de contenidos, sino que partiera de la reflexión del alumno a través de leer artículos, noticias, ver vídeos y en el que fuera realmente importante su propia investigación para completar las actividades en un gran número de ocasiones. Para que tuviera claro que es lo que se le iba a valorar también preparamos una rúbrica para cada actividad, que por supuesto, el alumno dispone de antemano.
El golpe final es la eliminación de los exámenes tal y como los conocemos. A los alumnos se les establece un calendario de actividades que deben preparar en casa a su ritmo, sabiendo la fecha en la que será valorada en clase. Cuando llega la fecha de cada actividad, el alumno la realiza en clase, escribiendo lo que haya aprendido, reflexionado e investigado en casa. En ocasiones, se dejan los apuntes de apoyo, otras veces los alumnos se reúnen en grupos 5 minutos, para compartir sus impresiones antes de hacerla individualmente, y en otras las actividades se hacen completamente de forma grupal.
El resultado es que el alumno se autogestiona en su día a día, coopera con sus compañeros, en casa y en clase, y busca ampliar sus conocimientos, sabedor que muchas actividades van a depender de su creatividad e imaginación. Las actividades grupales con tiempo límite en clase son especialmente efectivas, ya que se necesita la colaboración de todos los compañeros, y aquellos que de verdad son imaginativos, reflexionan y contagian al resto del alumnado.
No se trata de una metodología perfecta, pero poco a poco espero ir mejorando y añadiendo muchos elementos más.